Aporte de S.E.R. Mons. Carlos Aguiar, a la XIII Asamblea del Sínodo
LA NUEVA EVANGELIZACIÓN EN AMÉRICA
Escrito por Mons. Carlos Aguiar Retes
Relación
sobre la Nueva Evangelización en América a la luz de “Ecclesia in
America”, presentada por Mons. Carlos Aguiar Retes en la XIII Asamblea
General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.
La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe[2] se ubica a sí misma en la continuidad del Concilio Vaticano II[3],
y hace un llamado a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y
audacia la misión de la Iglesia en las nuevas y desafiantes
circunstancias latinoamericanas y mundiales[4]. Considera necesario salir del gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia para recomenzar desde Cristo[5].
La Nueva Evangelización exige la Comunión Eclesial.
Para
lograr la Nueva Evangelización y transmitir la fe a las nuevas
generaciones la Iglesia debe plantearse con toda honestidad, un examen
de conciencia sobre la manera de vivir la fe[6]. Es necesario examinar la vida eclesial[7] y el testimonio de ella en la sociedad actual[8].
Ecclesia
in América afirma: Ante un mundo roto y deseoso de unidad es necesario
proclamar con gozo y fe firme que Dios es comunión, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, unidad en la distinción, el cual llama a todos los
hombres a que participen de la misma comunión trinitaria…Esta comunión,
existente en la Iglesia y esencial a su naturaleza, debe manifestarse a
través de signos concretos.[9]
Aunque indispensable no basta la organización institucional de la Iglesia[10], es necesario el testimonio de una espiritualidad de la comunión[11]
que sea perceptible en la vida eclesial; para ello, es menester la
participación y la comunión de los distintos miembros de la Iglesia en
los diferentes niveles y desde las propias responsabilidades[12], dando testimonio del arte de vivir[13].
La toma de conciencia para generar la comunión eclesial arranca con la conversión pastoral[14],
entendida como la aceptación de la llegada del Reino de Dios y el
compromiso de incorporarse como discípulo de Cristo para darlo a conocer
en el Mundo[15], compromiso que exige la conversión personal[16] permanente[17].
El camino incipiente y esperanzador de la Nueva Evangelización en América.
La
renovación pastoral en América, iniciada como respuesta al Concilio
Vaticano II, ha dinamizado la vida interna de la Iglesia, se han
multiplicado los agentes de pastoral, se ha intensificado la formación
en la fe, ha crecido la participación y la comunión eucarística de los
fieles en la misa dominical, son muchos y variados los aspectos
positivos de la renovación pastoral de la Iglesia[18];
sin embargo dicho crecimiento no ha sido proporcional al crecimiento
demográfico de nuestros pueblos, por ello se constata enormes sectores
de católicos distantes y tibios en su identidad católica, pero
ciertamente creyentes[19].
La religiosidad sigue viva y es la gran reserva potencial de nuestros pueblos[20]. Ella, cuando ha sido guiada por la Palabra de Dios[21] logra disponer el corazón del creyente y descubrir a Cristo[22], dejándose seducir por el Señor de la Vida[23]
y aceptando incorporarse con mayor conciencia a la Iglesia como miembro
de una comunidad de discípulos misioneros, que practica una
espiritualidad cristiana[24], que permite la santificación de sus miembros por la comunión con Dios Padre en el Espíritu Santo[25].
Las
pequeñas comunidades relacionadas entre sí van aprendiendo la
conveniencia de la comunicación y comunión. La Parroquia se renueva
manifestando un nuevo rostro de Iglesia que crece y se desarrolla con
fuerza[26],
cuando la Parroquia se relaciona orgánicamente con las demás y juntas
son conducidas como Diócesis bajo la guía de su Obispo[27].
Esta dinámica de comunión eclesial es más urgente e indispensable en
las ciudades y en las grandes zonas urbanas de las metrópolis[28].
La
vida de la Iglesia expresada como comunidad de comunidades, en comunión
y unidad, permite a cada cristiano descubrir que en el Siglo XXI es
posible vivir como discípulo de Cristo en una comunidad de discípulos
del Señor Jesús, y tomar conciencia como discípulo misionero de la
urgente necesidad de dar testimonio creíble y confiable de la fe en el
mundo actual[29].
Los
procesos pastorales de planeación diocesana van abriendo los espacios
para la formación del discípulo misionero y la misión continental. La
pastoral orgánica descrita en el Plan Diocesano de Pastoral va haciendo
realidad lo indicado en NMI: En las Iglesias locales es donde se pueden
establecer aquellas indicaciones programáticas concretas —objetivos y
métodos de trabajo, de formación y valorización de los agentes y la
búsqueda de los medios necesarios— que permiten que el anuncio de Cristo
llegue a las personas, modele las comunidades e incida profundamente
mediante el testimonio de los valores evangélicos en la sociedad y en la
cultura[30].
Por
ello, me atrevo a expresar que la Nueva Evangelización, que se abre
camino en América, parte del encuentro con Cristo que la Iglesia ofrece a
los fieles cristianos[31] y llega al descubrimiento y vivencia apasionada y comprometida de la vida discipular[32], expresión de la espiritualidad de la comunión.
De esta manera la vida diocesana y parroquial se acerca a la vida familiar[33], Iglesia doméstica[34], fortaleciéndose mutuamente, y ayudando a poner bases para afrontar la emergencia educativa de nuestro tiempo[35].
Los protagonistas de la Nueva Evangelización.
La
influencia de la fe en la sociedad para que la levadura del Evangelio
permee y le dé sentido y sabor a la vida humana, depende en gran parte
de la acción de los laicos. Por ello EIA afirma que son principalmente
ellos los protagonistas de la nueva evangelización: La renovación de la
Iglesia en América no será posible sin la presencia activa de los
laicos. Por eso, en gran parte, recae en ellos la responsabilidad del
futuro de la Iglesia[36].
La
vocación y misión propia y específica de los fieles laicos es la
transformación de las estructuras temporales, para que la conducta
social esté sustentada en los valores evangélicos[37].
De aquí deriva la importancia de la conciencia y formación laical para
que acorde a su identidad, y de manera personal y comunitaria, exprese
el testimonio de una vida coherente a las convicciones de fe en los
propios ambientes de vida y laborales[38].
Por
ello es indispensable disponer de instancias para la promoción de la
vocación laical y para el acompañamiento en su formación y misión en el
mundo[39].
La Nueva Evangelización y el diálogo con el mundo y las religiones.
En
pleno Concilio el Papa Paulo VI afirmó en su primera Encíclica: La
Iglesia debe ir hacia el diálogo con el mundo en que le toca vivir. La
Iglesia se hace palabra; la Iglesia se hace mensaje; la Iglesia se hace
coloquio[40].
Hoy
día, en un mundo cada vez más plural, el diálogo se abre camino en
diferentes ámbitos, los temas que aborda el diálogo en América son entre
otros: la Palabra de Dios, la Dignidad Humana, la Familia, la Vida, la
Educación, la Ética, la Economía, el Desarrollo de los Pueblos, la
Movilidad Humana y en particular las Migraciones, la Solidaridad, la
Ecología, la Justicia y la Paz. En todos los temas la brújula es la
Verdad[41].
Las instituciones educativas[42],
sociales y culturales han sido estratégicamente instancias propicias
para promover, coordinar y articular la participación de los laicos en
el mundo.
Puntos medulares de la Nueva Evangelización.
Principal desafío de la Nueva Evangelización.
Anunciar a Jesucristo con el lenguaje y las formas culturales de las nuevas tecnologías de la comunicación social[43].
El eje teológico pastoral de la Nueva Evangelización.
Asumir la misión de la Iglesia como la prolongación del dinamismo del misterio de la Encarnación[44] en el espíritu de la Gaudium et spes[45] y según lo señalado en la NMI[46]:
Cada Iglesia local, congregada en torno al propio Obispo, en la escucha
de la Palabra, en la comunión fraterna y en la « fracción del pan »
(cf. Hch 2,42), está « verdaderamente presente y actúa la Iglesia de
Cristo, una, santa, católica y apostólica ». Es especialmente en la
realidad concreta de cada Iglesia donde el misterio del único Pueblo de
Dios asume aquella especial configuración que lo hace adecuado a todos
los contextos y culturas. Este encarnarse de la Iglesia en el tiempo y
en el espacio refleja, en definitiva, el movimiento mismo de la
Encarnación.
Responsabilidad de los agentes de pastoral:
Conversión pastoral[47]
y cambio de mentalidad en el Clero, en la Vida Consagrada y en los
agentes de pastoral, especialmente promovida por la conciencia de los
actuales desafíos sociales y culturales[48], y acompañada por la asidua lectura y meditación de la Palabra de Dios (Lectio Divina)[49].
La preparación y celebración de la Eucaristía[50], de los todos servicios cultuales[51]
y de las prácticas religiosas de la piedad popular para que sean
espacios e instancias de encuentro con Jesucristo y con los hermanos[52].
Pastoral orgánica en participación y comunión en las Diócesis[53] y en las Provincias Eclesiásticas[54].
Asumir
el Catecismo de la Iglesia Católica y el Compendio de la Doctrina
Social de la Iglesia como fundamento de la formación de los fieles[55].
Expresar la vida cristiana comunitaria en la vida discipular de pequeñas comunidades en participación y comunión[56].
Definir y programar los procesos de formación cristiana[57]
para pedagógicamente conducir a los fieles en los caminos mistagógicos
que permiten al creyente entrar en la experiencia del Misterio de Dios[58].
Asociarse y apoyarse para que en sus propios ámbitos de vida social influyan dando testimonio[59] activo y pasivo de las convicciones de fe y de su identidad católica[60].
Procurar
el diálogo con las instituciones públicas y privadas para colaborar en
la búsqueda del bien común y para generar una cultura[61] fundamentada en la dignidad humana[62].
Utilizar las nuevas tecnologías de comunicación para dar a conocer la vida y misión de la Iglesia y para el diálogo con el mundo[63].
Aprovechar
las redes sociales para ofrecer el pensamiento católico y sus
respuestas actuales a los desafíos culturales, especialmente con las
nuevas generaciones [64].
Responsabilidad de la comunidad de fieles:
Responsabilidad de los laicos en el Mundo:
La
Conversión Pastoral se prolonga en la Misión Continental, compromiso
asumido en Aparecida por el Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Por
eso en América, la Nueva Evangelización se identifica con la Misión
Continental.
Santo Padre y Padres sinodales muchas gracias por su atención.
Roma, octubre 8 de 2012.
+ Carlos Aguiar Retes Arzobispo de Tlalnepantla Presidente de la CEM y del CELAM
[3]
La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y Caribeño es
un nuevo paso en el camino de la Iglesia, especialmente desde el
Concilio Ecuménico Vaticano II. Ella da continuidad y, a la vez,
recapitula el camino de fidelidad, renovación y evangelización de la
Iglesia latinoamericana al servicio de sus pueblos. Documento de
Aparecida (DA) n. 9
[6]
La propuesta de un nuevo estilo de vida no es sólo para los Pastores,
sino más bien para todos los cristianos que viven en América. A todos se
les pide que profundicen y asuman la auténtica espiritualidad
cristiana. « En efecto, espiritualidad es un estilo o forma de vivir
según las exigencias cristianas, la cual es “la vida en Cristo” y “en el
Espíritu”, que se acepta por la fe, se expresa por el amor y, en
esperanza, es conducida a la vida dentro de la comunidad eclesial ».
Ecclesia in América (EIA), n. 29
[8]
La pastoral de la Iglesia no puede prescindir del contexto histórico
donde viven sus miembros. Su vida acontece en contextos socioculturales
bien concretos. Estas transformaciones sociales y culturales representan
naturalmente nuevos desafíos para la Iglesia en su misión de construir
el Reino de Dios. De allí nace la necesidad, en fidelidad al Espíritu
Santo que la conduce, de una renovación eclesial, que implica reformas
espirituales, pastorales y también institucionales. DA, n. 367
[10]
Gran parte de la humanidad de hoy no encuentra en la evangelización
permanente de la Iglesia el Evangelio. La Nueva Evangelización,
conferencia del cardenal Joseph Ratzinger durante el jubileo de los
catequistas y profesores de Religión celebrado el 10 de diciembre de
2000 en Roma. L´Osservatore Romano», 19 de enero de 2001 (NE JR).
[12]
La conversión pastoral requiere que las comunidades eclesiales sean
comunidades de discípulos misioneros en torno a Jesucristo, Maestro y
Pastor. De allí, nace la actitud de apertura, de diálogo y
disponibilidad para promover la corresponsabilidad y participación
efectiva de todos los fieles en la vida de las comunidades cristianas.
Hoy, más que nunca, el testimonio de comunión eclesial y la santidad son
una urgencia pastoral. DA, n. 368
[13]
Por eso, hace falta una nueva evangelización. Si se desconoce el arte
de vivir, todo lo demás ya no funciona. Pero ese arte no es objeto de la
ciencia; sólo lo puede comunicar quien tiene la vida, el que es el
Evangelio en persona. NE. JR
[16]
La conversión personal despierta la capacidad de someterlo todo al
servicio de la instauración del Reino de vida. Obispos, presbíteros,
diáconos permanentes, consagrados y consagradas, laicos y laicas,
estamos llamados a asumir una actitud de permanente conversión pastoral,
que implica escuchar con atención y discernir “lo que el Espíritu está
diciendo a las Iglesias” (Ap 2, 29) a través de los signos de los
tiempos en los que Dios se manifiesta. DA, n. 366
[17]
La conversión en esta tierra nunca es una meta plenamente alcanzada: en
el camino que el discípulo está llamado a recorrer siguiendo a Jesús,
la conversión es un empeño que abarca toda la vida. EIA, n. 28
[20]
Una característica peculiar de América es la existencia de una piedad
popular profundamente enraizada en sus diversas naciones. Está presente
en todos los niveles y sectores sociales, revistiendo una especial
importancia como lugar de encuentro con Cristo para todos aquellos que
con espíritu de pobreza y humildad de corazón buscan sinceramente a Dios
(cf. Mt 11, 25). EIA, n. 16
[21]
« Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida » (Jn 14, 6). Con estas
palabras Jesús se presenta como el único camino que conduce a la
santidad. Pero el conocimiento concreto de este itinerario se obtiene
principalmente mediante la Palabra de Dios que la Iglesia anuncia con su
predicación. EIA, n. 31
[22]
Cfr. Instrumentum laboris para la XIII Asamblea General Ordinaria del
Sínodo, n. 21. Anunciar a Dios es introducir en la relación con Dios:
enseñar a orar. NE. JR.
[23]
El encuentro con el Señor produce una profunda transformación de
quienes no se cierran a Él. El primer impulso que surge de esta
transformación es comunicar a los demás la riqueza adquirida en la
experiencia de este encuentro. EIA, n. 68
[24]
El seguimiento de Cristo tiene una meta mucho más elevada:
identificarse con Cristo, es decir, llegar a la unión con Dios. NE. JR.
[25]
La santidad es la meta del camino de conversión, pues ésta « no es fin
en sí misma, sino proceso hacia Dios, que es santo. Ser santos es imitar
a Dios y glorificar su nombre en las obras que realizamos en nuestra
vida (cf. Mt 5, 16) ».EIA, n. 30
[27]
Una clave de renovación parroquial, especialmente urgente en las
parroquias de las grandes ciudades, puede encontrarse quizás
considerando la parroquia como comunidad de comunidades y de
movimientos. EIA, n. 41
[29]
Anunciando la conversión debemos ofrecer también una comunidad de vida,
un espacio común del nuevo estilo de vida. No se puede evangelizar sólo
con palabras. El Evangelio crea vida, crea comunidad de camino. Una
conversión puramente individual no tiene consistencia. NE. JR.
[31]
Jesucristo es la « buena nueva » de la salvación comunicada a los
hombres de ayer, de hoy y de siempre; pero al mismo tiempo es también el
primer y supremo evangelizador. La Iglesia debe centrar su atención
pastoral y su acción evangelizadora en Jesucristo crucificado y
resucitado. « Todo lo que se proyecte en el campo eclesial ha de partir
de Cristo y de su Evangelio ».EIA, n. 67
[32] El anuncio de Dios lleva a la comunión con Dios en la comunión fraterna, fundada y vivificada por Cristo. NE. JR.
[34]
Para que la familia cristiana sea verdaderamente « iglesia doméstica »,
está llamada a ser el ámbito en que los padres transmiten la fe, pues
ellos « deben ser para sus hijos los primeros predicadores de la fe,
mediante la palabra y el ejemplo ». EIA, n. 46
[38]
Los ámbitos en los que se realiza la vocación de los fieles laicos son
dos. El primero, y más propio de su condición laical, es el de las
realidades temporales, que están llamados a ordenar según la voluntad de
Dios. En efecto, « con su peculiar modo de obrar, el Evangelio es
llevado dentro de las estructuras del mundo y obrando en todas partes
santamente consagran el mismo mundo a Dios ». Gracias a los fieles
laicos, « la presencia y la misión de la Iglesia en el mundo se realiza,
de modo especial, en la diversidad de carismas y ministerios que posee
el laicado. La secularidad es la nota característica y propia del laico y
de su espiritualidad que lo lleva a actuar en la vida familiar, social,
laboral, cultural y política, a cuya evangelización es llamado. EIA, n.
44
[41]
La fidelidad al hombre exige la fidelidad a la verdad, que es la única
garantía de libertad (cf. Jn 8,32) y de la posibilidad de un desarrollo
humano integral. Por eso la Iglesia la busca, la anuncia incansablemente
y la reconoce allí donde se manifieste. Para la Iglesia, esta misión de
verdad es irrenunciable. Caritas in Veritate, n. 9
[42]
En el proyecto global de la nueva evangelización, el campo de la
educación ocupa un lugar privilegiado. Por ello, ha de alentarse la
actividad de todos los docentes católicos, incluso de los que enseñan en
escuelas no confesionales. Así mismo, dirijo un llamado urgente a los
consagrados y consagradas para que no abandonen un campo tan importante
para la nueva evangelización…. La familia es el primer espacio educativo
de la persona. EIA, n. 71
[44]
En el misterio de la Encarnación están las bases para una antropología
que es capaz de ir más allá de sus propios límites y contradicciones,
moviéndose hacia Dios mismo, más aún, hacia la meta de la « divinización
», a través de la incorporación a Cristo del hombre redimido, admitido a
la intimidad de la vida trinitaria. NMI, n. 23
[48]
Vivimos un cambio de época, cuyo nivel más profundo es el cultural. Se
desvanece la concepción integral del ser humano, su relación con el
mundo y con Dios. DA, n. 44
[49]
Esta lectura de la Biblia, acompañada de la oración, se conoce en la
tradición de la Iglesia con el nombre de Lectio divina, práctica que se
ha de fomentar entre todos los cristianos. Para los presbíteros, debe
constituir un elemento fundamental en la preparación de sus homilías,
especialmente las dominicales. EIA, n. 31
[50]
La Eucaristía continúa siendo el centro vivo permanente en torno al
cual se congrega toda la comunidad eclesial. Los diversos aspectos de
este sacramento muestran su inagotable riqueza: es, al mismo tiempo,
sacramento-sacrificio, sacramento-comunión, sacramento-presencia. La
Eucaristía es el lugar privilegiado para el encuentro con Cristo vivo.
EIA, n. 35
[53]
La Diócesis, presidida por el Obispo, es el primer ámbito de la
comunión y la misión. Ella debe impulsar y conducir una acción pastoral
orgánica renovada y vigorosa, de manera que la variedad de carismas,
ministerios, servicios y organizaciones se orienten en un mismo proyecto
misionero para comunicar vida en el propio territorio. Este proyecto,
que surge de un camino de variada participación, hace posible la
pastoral orgánica, capaz de dar respuesta a los nuevos desafíos. DA, n.
169
[55]
Ante los graves problemas de orden social que, con características
diversas, existen en toda América, el católico sabe que puede encontrar
en la doctrina social de la Iglesia la respuesta de la que partir para
buscar soluciones concretas. Difundir esta doctrina constituye, pues,
una verdadera prioridad pastoral. EIA, n. 54
[56]
La vocación al discipulado misionero es con-vocación a la comunión en
su Iglesia. No hay discipulado sin comunión... La fe nos libera del
aislamiento del yo, porque nos lleva a la comunión. Esto significa que
una dimensión constitutiva del acontecimiento cristiano es la
pertenencia a una comunidad concreta, en la que podamos vivir una
experiencia permanente de discipulado y de comunión con los sucesores de
los Apóstoles y con el Papa. DA, n. 156
[60]
Por consiguiente, « los fieles laicos —por su participación en el
oficio profético de Cristo— están plenamente implicados en esta tarea de
la Iglesia », y por ello deben sentirse llamados y enviados a proclamar
la Buena Nueva del Reino. Las palabras de Jesús: « Id también vosotros a
mi viña » (Mt 20, 4), deben considerarse dirigidas no sólo a los
Apóstoles, sino a todos los que desean ser verdaderos discípulos del
Señor. EIA, n.66
[61]
Mi predecesor Pablo VI, con sabia inspiración, consideraba que « la
ruptura entre Evangelio y cultura es sin duda alguna el drama de nuestro
tiempo ». Por ello, los Padres sinodales han considerado justamente que
« la nueva evangelización pide un esfuerzo lúcido, serio y ordenado
para evangelizar la cultura ». EIA, n. 70
[62]
Conviene recordar que el fundamento sobre el que se basan todos los
derechos humanos es la dignidad de la persona. EIA, n. 57
[63]
Es fundamental para la eficacia de la nueva evangelización un profundo
conocimiento de la cultura actual, en la cual los medios de comunicación
social tienen gran influencia. Es por tanto indispensable conocer y
usar estos medios, tanto en sus formas tradicionales como en las más
recientes introducidas por el progreso tecnológico. EIA, n. 72
[64]
En realidad, son muchos los jóvenes americanos que buscan el sentido
verdadero de su vida y que tienen sed de Dios... La sensación de
frustración que experimentan … los hace abandonar frecuentemente la
búsqueda de Dios. Ante esta situación tan compleja, « la Iglesia se
compromete a mantener su opción pastoral y misionera por los jóvenes
para que puedan hoy encontrar a Cristo vivo ». EIA, n. 47
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